miércoles, 27 de julio de 2016

La cocina de mi vida

Una amiga me contó que desde hace algunos años desea hacer ciertos arreglos en su apartamento, pero por razones de tipo económico y especialmente por prioridades relacionadas con sus hijos no ha podido hacerlos.

Entonces le dije que soñáramos. Le pregunté, que si le regalara veinte millones de pesos para arreglar o cambiar algo de su apartamento ¿qué le cambiaría?, de inmediato se le iluminaron los ojos y contestó "remodelaría la cocina". Mi amiga muy emocionada empezó a contarme con detalles todos los arreglos que haría para que su nueva cocina quedara práctica, moderna y hermosa.

Tiempo después hablé con ella y me contó que acababa de comprar un gabinete para el nuevo baño que habían construido en el apartamento. 

Ojo, no quiero que me mal interpreten, mi intención no es juzgar la decisión de mi amiga, no digo que debía construir la cocina, ya que tiene sus razones y prioridades para construir el baño, pues cada cual conoce a la perfección sus necesidades.

Lo cierto, y desde mi punto de vista, la situación fue reveladora. Comprendí cómo había manejado algunos aspectos de mi vida. La cocina representaba esos sueños que hacen parte importante de mi felicidad; ideas, negocios, decisiones, viajes y muchas otras cosas, que en el pasado abandoné o pospuse por distractores que, en este caso, representan el baño.

Recordé aquellas situaciones en las que tenía claro lo que quería hacer, los planes de estudiar en el extranjero, viajar por el mundo, emprender algún negocio relacionado con felicidad o invertir en la felicidad de la gente, viajar de manera repentina a visitar a mi familia, asistir a las bodas familiares y de amigos, vivir con mi esposo en una ciudad tranquila y tener dos hermosos bebés. Sin embargo, decidí tener miedo; refugiarme en los trabajos, en la seguridad de las zonas de confort y en la excusa del dinero para no dedicarle tiempo, esfuerzo, dedicación, amor y pasión a eso proyectos que tanto he anhelado y he pedido a Dios.

Después de la reflexión –intentando no darme látigo ni golpes de pecho- decidí escribir de nuevo en este blog, retomar los sueños y propósitos del pasado y preguntarme todos los días: ¿cuál es la cocina de mi vida?, ¿cuáles son las decisiones que tomo?, ¿éstas me lleven a cumplir dichos sueños?, pero principalmente me esfuerzo por dejar en el baño esos distractores que no me permiten tomar decisiones coherentes que construyan mi felicidad.

lunes, 21 de septiembre de 2015

No tengo el cielo ganado, "me falta pelo pa' moño"

Una reflexión sobre la felicidad, la "buena vida", las decisiones y la mediocridad de ser una buena persona.


La gente generalmente me pregunta que si siempre estoy feliz, amigos me han dicho que vivo en el “mundo de Disney” y otros aseguran que por participar en diferentes iniciativas sociales y de voluntariado “tengo el cielo ganado”.
    
La verdad es que no siempre estoy satisfecha con las cosas que suceden, de hecho me dedico a compartir noticias y contenidos positivos en gran parte porque hay muchas cosas que me agobian, lloro viendo noticias de violencia, sufro cuando llueve y sé que hay gente que no tiene un hogar, siento impotencia y dolor ante las denuncias sobre miles de niños que están aguantando hambre porque particulares se roban el dinero del Estado. No, definitivamente no vivo en otro mundo, vivo exactamente en el mismo mundo de quien lee estas palabras, solo que desde hace algún tiempo y gracias a Dios decidí buscar la coherencia entre lo que siento, pienso, digo y hago.
    
Soy comunicadora social y periodista, he trabajado para reconocidos medios de televisión regionales y nacionales. Como muchos he deseado destacarme, tener reconocimiento y muchas decisiones las tomé bajo esos parámetros de éxito. Gran parte de mi vida estuve convencida de qué ser feliz era tener casa, carro, beca y un buen trabajo. Quiero decirles que cuando los tuve me paso lo mismo que a la gran mayoría NADA.
    
Resulta que mi felicidad estaba basada en el futuro y al convertirse en presente se desvanecía, entonces debía buscar otras metas y otros proyectos de vida. El problema es que siempre me faltaba algo y lo peor es que tenía miles de distractores que alimentaban mi ego, sembraban temores e inseguridades pero especialmente me alejaban de Dios.
    
Sin embargo y a pesar de tener una “buena vida” en el 2013 renuncié a un buen trabajo, decidí ser honesta conmigo y reconocer que mi felicidad no tenía por qué ser igual a la de los demás, que para mí la felicidad se basa en el verbo amar y que si mis actividades no me permiten ponerlo en práctica compartiendo y disfrutando de las personas y las acciones que me hacen sentir viva, sencillamente debía dejarlo ir.
    
Elegí ser feliz, comprendí que se pierde mucho tiempo buscando lo que se quiere sin ser conscientes de lo que se necesita para serlo, he aprendido a encontrar a Dios en los demás, en sus palabras, en sus actos y en los errores que reflejan cuan imperfecta soy. Todos los días decido qué tipo de persona quiero ser, busco la mejor versión de mí -aunque a veces no la encuentro-, oro y pido a Dios discernimiento, sabiduría y humildad para no llevarme a nadie por delante, lastimosamente a veces fracaso.
    
No creo tener el cielo ganado, cuando veo las cosas asombrosas que están haciendo miles de personas en el mundo, me doy cuenta que yo solo soy una buena persona, que como diría mi abuela de manera jocosa “me falta mucho pelo pa’ moño”, pues no bastan las buenas acciones, el servicio, la caridad y la solidaridad sino se acompañan de la defensa de la fe y de las convicciones, del liderazgo y la lucha eficaz por un mundo justo, generoso y equitativo.

lunes, 2 de marzo de 2015

En defensa de las crisis

A muchos nos han enseñado que las crisis son pruebas de Dios o del diablo; el primero porque seguramente necesita evaluar si seguimos sus preceptos y enseñanzas y el segundo para ver si somos tan pendejos de caer en la desesperación, angustia, descontrol, etc…

Sin embargo y desde lo más profundo de mi corazón tengo la seguridad –o quiero tenerla– que la palabra crisis ha sido estigmatizada y asociada a miles de adjetivos negativos, pero realmente esta palabra debería llevar los apellidos Construcción y Fortaleza.

A la señora Crisis Construcción Fortaleza deberíamos esperarla y atenderla siempre con dignidad y paciencia porque, aunque muchos nos hemos esforzado por llamarla en algunas circunstancias “detestable crisis” y/o “dolorosa crisis” entre muchos otros apodos, ésta siempre llega para construir y fortalecer la mente, el cuerpo y el espíritu.

De hecho no recuerdo ejercitar con mayor ímpetu la paciencia, la tolerancia, el amor propio y por el prójimo que durante las visitas de esta, pero lo que sí recuerdo y tengo muy claro es lo engañosa que es la “estabilidad”, una jovencita –pues no creo que sea mayor de edad– que durante sus visitas se ha empeñado en que no ame más, no comparta más y por supuesto en que no desee cambiar.

Valoro cada una de las veces que la señora Crisis me ha visitado a mí y a quienes me rodean porque he tenido el privilegio de conocer y estrechar la mano de sus parientas –pues llevan el mismo apellido– humildad, verdad, justicia, sabiduría, discernimiento, perdón y a su prima lejana la vergüenza.


jueves, 29 de enero de 2015

Sus palabras en mi boca

Tengo una amiga de infancia cuyo nombre voy a omitir. Nos conocimos cuando ambas teníamos 8 años –en este momento yo tengo 33 años y ella dice tener 27- con esta amiga he vivido momentos y procesos de aprendizaje importantes. Recuerdo que cuando teníamos 10 años, además de jugar en la casa rosada de los Rhenals -una inmensa casa esquinera en la segunda avenida del barrio Manga de Cartagena-, vendíamos obleas y arequipe después de la misa de los domingos, juntas comprábamos en el centro comercial Getsemaní los dulces que venderíamos en el colegio y luego en la adolescencia cambiamos las chocolatinas, bianchis y chupitos por accesorios que comprábamos en el Sanandrecito del Pie de la Popa.

Con ella compartí momentos maravillosos y aunque nos dejamos de ver por un tiempo, ya que ambas estudiábamos en diferentes ciudades, nos reencontramos cuando ya éramos profesionales -y por supuesto yo tenía 26 años y ella seguramente 20-.

En una ocasión llegué a su casa a visitarla y me contó mientras lloraba, que estaba desesperada pues su madre, quien había sufrido de cáncer de colón -enfermedad que al parecer aceleró el Alzheimer que tendría en la vejez-, repetía una y otra vez las mismas historias, situación que la llenaba de rabia, tristeza y un sentimiento de impotencia.

Me pregunté en silencio: ¿qué puedo decirle?, ¿qué puedo hacer para consolarla?, respiré profundamente y al darme cuenta que no tenía nada para decir, le pedí a Dios que pusiera sus palabras en mi boca.

Le pregunté: “¿Sabes cómo conoce uno a sus padres, abuelos o personas de la familia?” y respondí enseguida: “Las conocemos a través de las historias que cuentan sobre si mismas o las anécdotas que otros revelan en reuniones familiares. Y como tu madre por la enfermedad no podrá contarle sobre su vida, vivencias, amores, deseos y logros a tus hijos, Dios en su inmensa sabiduría se encarga de que ella repita las historias una y otra vez, cerciorándose de que queden en tu mente y corazón para que luego le puedas contar a tus hijos quien fue su abuela”.


La conversación terminó con un inmenso suspiro de agradecimiento y una sonrisa de tranquilidad y consuelo. Después de nuestra charla me fui para mi casa y le conté a mi familia lo que había sucedido. Ese día prometí que nunca jamás volvería a disgustarme por las historias y anécdotas que repitieran mis abuelos, personas mayores y en el futuro, ojalá muy lejano, de mi madre, prometí también que escucharía atentamente y con respeto cada palabra e historia de quienes me acompañan en esta vida, para poder contarle a mis hijos y ellos a sus hijos quienes fueron esas importantes personas.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Agradecer públicamente ¿por qué no?

A propósito de las campañas que hacemos en Sentir Positivo (www.sentirpositivo.com), en las que a través de una red de amigos, y de los amigos de los amigos, le cumplimos sueños a las personas, varios de ellos solicitaron que no se les agradezca públicamente en las redes sociales y aclaran que prefieren mantener sus obras en el anonimato ya que, como lo dice la biblia “que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”. Sus razones son válidas y es de admirar que su principal motivación para ayudar a otros no sea el reconocimiento. Sin embargo, aprovecho este blog para expresar por qué, para mí, es importante agradecer el apoyo que brindan a los demás.

El pasado 6 de octubre llamé a Daniel Herrera, director de la Fundación Pocalana para proponerle que les celebráramos los quince años a las hijas de los recicladores de Bogotá, a quienes la fundación apoya en diferentes procesos de educación, dignificando a la población a través del amor. Daniel muy emocionado aceptó, pues la idea es que a través de los dones y talentos de muchos voluntarios músicos, fotógrafos, modistas, decoradoras, productores etc. Organicemos una hermosa fiesta para las niñas y la comunidad. Dos días después Daniel me escribió explicando que estaban llenos de trabajo, por que debían conseguir recursos para celebrar el día de los niños a los pequeños del barrio El Mochuelo de Ciudad Bolívar –otra de las obras de la Fundación-, y en el momento la actividad de las quinceañeras no se podría llevar a cabo.

Niña de la Fundación Pocalana recibiendo los tenis el día del niño

Niño de la fundación Pocalana estrenando los tenis 
Por la noche envié el siguiente mensaje por WhatsApp a 19 amigos: “Hola, necesito tu ayuda”. Después de recibir por respuesta como claro, de una, para qué soy bueno, en lo que pueda ayudarte, entre otras, escribí: “$27.000 para los guayos marca Venus de uno de los 104 niños del barrio El Mochuelo de Ciudad Bolívar que pertenecen a la fundación Pocalana”. Al día siguiente decidí contar la historia a través de Facebook agradeciéndoles a las 17 personas que dijeron sí. Gracias a dicha publicación más personas se unieron y en dos semanas se recaudaron $1.627.000 que generaron 70 hermosas sonrisas.

Yolita donó el cabello a mujeres pacientes de cáncer
En octubre también se celebra el Día Internacional de la lucha contra el Cáncer de mama y una psicóloga cartagenera Yolita Lepesqueur Echenique, quien vive en Montreal, Canadá, permitió que publicáramos en la página de Facebook de Sentir Positivo unas fotos con el siguiente texto "Yo quería un cambio, llegue a mis 34 y quería verme diferente al espejo, estando en la peluquería la señora me pregunta si quería conservar mi pelo o no. Me quedé pensando y me dije a mi misma, lo voy a conservar porque quitándome el cabello logro el cambio que quiero y guardándolo para donarlo logro otro cambio en quien lo vaya a utilizar. Así que, ¿dos cambios son mejor que uno solito si ambos son positivos, no?". Al ver el mensaje otras dos mujeres decidieron hacer lo mismo en Bogotá.

El Padre Jaime Marenco con el "mudito" de Salgar

El "cambuche" de Luis Antonio, el "mudito" de Salgar

Habitantes de Salgar ayudando a construir una vivienda digna para Luis Antonio

Jaime Marenco, el sacerdote de la Parroquia Santa Isabel de Portugal en Salgar, Atlántico, publicó ese mismo mes en Facebook las fotos de un ”cambuchito” donde vive Luis Antonio, un “mudito” que fue olvidado por un circo hace varios años. Dicha “vivienda” quedó prácticamente destruida, tras los fuertes aguaceros y el padre pidió la colaboración a través de las redes sociales para construirle una vivienda digna. La construcción ya empezó, los pobladores de Salgar donaron la mano de obra y personas de otras ciudades y países se unieron donando recursos económicos.
 
Marcos de 8 años recibiendo las prótesis  

Lucía con Heredero, el caballo que le regaló un desconocido

Voluntarios que preparan alimentos y comparten con los abuelitos del comedor Padre Pío

Estas son algunas de las muchas acciones en las que agradecemos, publicamos actos de heroísmo, desprendimiento o simplemente reconocemos las capacidades de hombres y mujeres para dar amor; como las personas que hicieron posible que un niño de 8 años que perdió las piernas por causa de una bacteria volviera a caminar y montar bicicleta, los amigos de Medellín que lograron que una pequeña de 9 años sobreviviente del cáncer de pulmón cumpliera su sueño de tener un caballo o las fotos que compartimos de los voluntarios que una vez al mes preparan alimentos y comparten con 110 abuelitos del barrio Girardot de Bogotá, que ha generado que muchas personas se vinculen a este comedor.

Nosotros, como usuarios de las distintas redes sociales publicamos, casi que a diario, todo tipo de contenido tales como selfies, invitaciones a fiestas y eventos, chistes, críticas, estados anímicos, ubicaciones, viajes, gustos, restaurantes que visitamos, fotos con personalidades, y algunas otras cosas sin repercusión social. ¿Por qué no publicar las buenas obras e iniciativas?, al hacerlo lo que realmente estamos publicando es una oportunidad; la de que miles de personas se contagien a través del ejemplo y tengan la oportunidad de dar amor a los demás.

martes, 12 de agosto de 2014

Cambia tu enfoque

Si bien es cierto que en cada uno de nosotros se encuentra la capacidad de elegir lo que nos ofende, lastima o no, que debemos protegernos de palabras, comentarios y actos hirientes diciendo  “decido que esto no me afecte”, también lo es que somos seres humanos y que en muchas ocasiones nos sentimos agredidos por lo que para otros sería una tontería.

Soy consciente de que en muchas ocasiones quienes nos rodean no desean lastimarnos, que son personas convencidas de hacer y decir lo correcto. Sin embargo, sus palabras y actos se alejan de ello.

Tengo familiares y amigos que me aman y se preocupan por mí, pero desafortunadamente he tenido que escuchar de ellos “inofensivos comentarios” que llegan a distorsionar la realidad.  He sido una mujer estudiosa, trabajadora que lucha día a día por ser un buen ser humano, y esto – No sé en qué momento-  se convirtió en algo malo.

Ante sus ojos mis esfuerzos y logros no me hacen merecedora de muchas cosas. Con frecuencias dicen frases como “tú ya lo conseguiste”, “si ellos no tienen y tu si, debo darles la oportunidad”, “pobrecitos, tú has contado con buena suerte, él o ella no”, entre muchas otras.

Como receptora del mensaje y a pesar de mis temores, frustraciones y complejos decido pedirle a Dios que me de sabiduría, discernimiento y humildad para no sobredimensionar la situación. Pero ¿quién le dice al emisor que es necesario reconocer y valorar el esfuerzo de los demás?, ¿que no sólo el “débil” necesita ser protegido y estimulado?, y no piensen que me refiero a recibir dinero o de alimentar el ego, hablo de que las personas necesitamos sentirnos amadas y valoradas.

Les hago la siguiente pregunta: Si usted tuviera 2 hijos y uno de ellos gana el año con excelentes notas y el otro lo pierde por no estudiar, ¿le diría al primero que su hermano será recompensado y él no?

Está reflexión -algo pretenciosa- busca que seamos instrumentos de Dios, que los mensajes que demos cada instante de nuestras vidas, se basen en el amor, el respeto y reconocimiento del otro como un ser humano que merece ser amado.

Publicado en el Oracional de la Emisora Minuto de Dios “El Man Está Vivo”  7 de febrero de 2014


jueves, 5 de junio de 2014

El bacán de la felicidad


Medios de diferentes partes del mundo difundieron, hace algunos días, la siguiente noticia: seis jóvenes iraníes fueron detenidos y obligados a pedir disculpas después de grabar y publicar en YouTube  una versión casera de la canción “Happy” del cantante estadounidense Pharrell Williams. https://www.youtube.com/watch?v=tg5qdIxVcz8#t=12

Al conocer la noticia Mario Chamorro publicó en redes sociales “Esto es extremadamente absurdo! 6 iraníes fueron arrestados en Teherán por difundir la felicidad. Exigimos la liberación inmediata de los tres hombres y tres mujeres que se encuentran actualmente entre rejas”. De inmediato sus contactos, los contactos de sus contactos y hasta el mismo Pharrel empezaron a utilizar el hashtag #freehappyiranians. 

Horas después y tras haber movilizado a cientos de personas en las redes sociales y de haber hablado con algunos contactos en Teherán, los seis jóvenes fueron liberados.

Mario Chamorro no es un diplomático. Es un joven colombiano de 33 años, nacido en San Juan de Pasto, estudió finanzas y energía, es magister en asuntos internacionales de la Universidad de Columbia, ha trabajado como analista del mercado de petróleo y gas natural con la Bolsa de Valores de Nueva York (NYMEX); consultor en proyectos globales en energía eléctrica en Boston y para una firma de banca de inversión en Wall Street.

A pesar de sus logros Mario es un hombre sencillo que habla de su tierra con orgullo, asegura que le gusta conectarse con extraños, colaborar en proyectos de impacto social, caminar, estar solo y tomar café.  Es el hijo único de una nutricionista pensionada y de un hombre que trabaja en una finca, salió de su casa a los 16 años a estudiar administración de empresas en Bogotá, 8 años después vendió sus pertenencias, tomó sus ahorros y se fue a estudiar inglés a Estados Unidos, donde vive hace 10 años.

Chamorro, también conocido como “el embajador de la felicidad”, se define como una de las 7 billones de personas “rebeldes de la felicidad en lo bueno y malo”, cuenta que fue uno de los peores ICFES de su colegio en el año 97, que después de graduarse en una buena universidad de los Estados Unidos y trabajar en el área financiera de Nueva York, la crisis económica mundial del 2008 lo dejó sin trabajo, sin novia y sin casa.

Sin embargo, consiguió un nuevo trabajo que le daba para pagar las cuentas y sobrevivir, pero no lo hacía feliz. Entonces un día se topó con dos preguntas: ¿cuál es tu súper poder? y ¿qué estás haciendo con él para mejorar el mundo?

Mario se dio cuenta que su “súper poder”; ese don, el algo para lo que somos buenos, que se da de manera natural y disfrutamos hacerlo, en su caso, era la capacidad de hablar con la gente y darles un mensaje positivo. Luego, al responder el segundo interrogante descubrió que a través de su don podía darle un mensaje a la gente que los ayudaría a ser felices: asumir una “actitud de turista” es decir, salir de la rutina, activar la capacidad de mirar el entorno de manera diferente con la fascinación de un niño, el asombro de cuando conoces un lugar y buscas experiencias nuevas en el diario vivir.

Este joven, que sueña con ir a la luna y crear el día festivo de la felicidad, asegura que este estado mental lo ayudó a levantarse y a continuar, cuando en el 2011 fue diagnosticado de cáncer. Decidió aplicar la teoría que años atrás había inventado “ser turista de su propia vida”, ser aventurero, creativo, original, atreverse a ser el mismo y dejar de pensar en el pasado y en el futuro para estar en el aquí y el ahora disfrutando de la vida.

Una de las personas que apoya esta actitud es Catalina Isabel Ortiz, Comunicadora Social – neurofacilitadora, es profesora de Comunicación Efectiva de la Escuela de Administración de la Universidad Sergio Arboleda, precisamente dictando una clase llamada la “Actitud de turista”, inspirada en la teoría de Mario. Catalina les enseña a sus estudiantes la importancia relacionarse con el entorno de una manera diferente, observar, cuestionar e intrigarse para tener una comunicación efectiva.  Por ejemplo: si eres jefe y tienes que hablar con un empleado que no está rindiendo al cien por ciento, debes tener la capacidad de observar su entorno, tener en cuenta su historia e indagar y preguntar con asertividad y ver qué puede estar sucediendo. La actitud de turista es un estado mental que podría resolver el problema.

En la actualidad Mario lidera “Make it happy” www.letsmakeithappy.org una organización que realiza cambios sociales positivos a través de acciones sencillas dedicadas a empoderar a las personas para hacer del mundo un lugar más feliz. La iniciativa estrella de esta organización es “Happy post”, en la que le piden a la gente conocida y desconocida que escriba en un pequeño papel qué la hace feliz y con la que ha logrado llegar a 30 países y documentar más de 100.000 mensajes que han sido expuestos en espacios públicos, oficinas y museos. Otras de las iniciativas son un millón de maneras de un mundo más feliz http://happymillionideas.tumblr.com/ y el Día Internacional de la Felicidad decretado por La Asamblea General de la ONU www.diadelafelicidad.co

Este hombre que viaja por el mundo hablando de su vida y experiencias, que “sueña con vivir en una casa pequeña, en una comunidad que lo valore y con una esposa chévere”, es de esas personas que llegan a la vida de los demás para demostrar con ejemplo, autenticidad, persistencia y constancia que vale la pena apostarle a las ideas, ponerlas en acción por locas que parezcan y así no sean exitosas, pero principalmente este pastuso llegó a la vida para decir que se puede ser feliz.