martes, 12 de agosto de 2014

Cambia tu enfoque

Si bien es cierto que en cada uno de nosotros se encuentra la capacidad de elegir lo que nos ofende, lastima o no, que debemos protegernos de palabras, comentarios y actos hirientes diciendo  “decido que esto no me afecte”, también lo es que somos seres humanos y que en muchas ocasiones nos sentimos agredidos por lo que para otros sería una tontería.

Soy consciente de que en muchas ocasiones quienes nos rodean no desean lastimarnos, que son personas convencidas de hacer y decir lo correcto. Sin embargo, sus palabras y actos se alejan de ello.

Tengo familiares y amigos que me aman y se preocupan por mí, pero desafortunadamente he tenido que escuchar de ellos “inofensivos comentarios” que llegan a distorsionar la realidad.  He sido una mujer estudiosa, trabajadora que lucha día a día por ser un buen ser humano, y esto – No sé en qué momento-  se convirtió en algo malo.

Ante sus ojos mis esfuerzos y logros no me hacen merecedora de muchas cosas. Con frecuencias dicen frases como “tú ya lo conseguiste”, “si ellos no tienen y tu si, debo darles la oportunidad”, “pobrecitos, tú has contado con buena suerte, él o ella no”, entre muchas otras.

Como receptora del mensaje y a pesar de mis temores, frustraciones y complejos decido pedirle a Dios que me de sabiduría, discernimiento y humildad para no sobredimensionar la situación. Pero ¿quién le dice al emisor que es necesario reconocer y valorar el esfuerzo de los demás?, ¿que no sólo el “débil” necesita ser protegido y estimulado?, y no piensen que me refiero a recibir dinero o de alimentar el ego, hablo de que las personas necesitamos sentirnos amadas y valoradas.

Les hago la siguiente pregunta: Si usted tuviera 2 hijos y uno de ellos gana el año con excelentes notas y el otro lo pierde por no estudiar, ¿le diría al primero que su hermano será recompensado y él no?

Está reflexión -algo pretenciosa- busca que seamos instrumentos de Dios, que los mensajes que demos cada instante de nuestras vidas, se basen en el amor, el respeto y reconocimiento del otro como un ser humano que merece ser amado.

Publicado en el Oracional de la Emisora Minuto de Dios “El Man Está Vivo”  7 de febrero de 2014


1 comentario:

  1. ¡Un gran artículo! :)
    La estratificación social, económica o laboral son sólo divisiones. Si nos deshacemos de ello por un momento, tendremos a todos los seres humanos al mismo nivel, deseando amor y compasión por igual, sin importar "la suerte" que tuvieron o no.

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