Hace
tres años me casé y quizás ese fue el día en que pude comprender claramente los
mensajes de Dios.
La Ermita del Cabrero |
Durante
la mañana y en una jornada maratónica a través de facebook, llamadas a
celulares y el -en ese entonces popular- messenger de blackberry, enviamos los datos de la nueva iglesia a los
invitados. Luego Catay, mi hermano, nos llevó a mi cuñada y a mí al salón
de belleza de Diego Moya, un hombre maravilloso quien me vio crecer y que ese
día me dio la oportunidad de ver como los sueños se hacen realidad, pues Diego
con su trabajo y esfuerzo logró ser uno de los estilistas más importantes del
país. En ese momento me di cuenta que Dios me estaba dando un regalo que yo
jamás había soñado y que todas las personas que habían pasado por mi vida eran
protagonistas de ese día.
La
entrada a la Iglesia fue maravillosa, el tío Kiko me llevaba de la mano y yo desfilaba
como si fuera la reina del pueblo, tirando besos a diestra y siniestra. Una
pequeña alfombra roja representaba el camino hacia la felicidad al lado de
quien había sido mi mejor amigo, novio y ahora sería mi esposo, nos acompañaban
en el cortejo mi primita María Camila, la primita de David, Micaela, y mis
grandes amigas Carito y Lorena, me seguía embarazada, y de la mano del Yeyo, la
futura esposa de mi hermano y madre de uno de los pajecitos. Recuerdo cada uno
de los rostros que vi al entrar al lugar, pero especialmente recuerdo esa
pequeña iglesia en construcción con bancas flacas de madera, el piso y columnas
de cemento sin pintar de donde colgaban telas blancas con dibujos alusivos a la
navidad elaborados por los niños del barrio. De fondo se escuchaba la voz de mi
abuela quien junto a mis tíos, primitos y amigos habían formado un coro que
después de varios meses de práctica, cantó durante la ceremonia.
En
el altar se encontraba mi hermano Juan Pablo junto a mi madre, mi sobrinito con
su muñeco de peluche preferido, mi primo Nicolás quien a sus 9 años quiso ser
uno de los pajecitos y la mamá de David, mi regalito de Dios, quien durante
estos tres años ha sido objeto de burlas pues esa tarde a pesar de su vozarrón
se quedó sin voz al dar el sí. Finalmente y después de tanto corre corre el
padre Orlando, un hombre joven y elocuente, bendijo nuestra unión.
Quienes
me conocen saben que nunca pensé en casarme y mucho menos hacer una gran
celebración. Sin embargo, Dios me dio eso y mucho más. Me dio discernimiento y
humildad para comprender que Él nos unía para ser sus instrumentos. A pesar de
que no nos casamos en una iglesia tradicional y ostentosa de Cartagena, Dios
permitió que hiciéramos parte de la construcción de su templo.
Sí, mi boda fue una gran alianza de amor, mi madre, abuela y tías Uchi y Lourdes prepararon durante meses la fiesta, y el día anterior junto a Rafita, la tía Margie, Raaidita, Lucas, Martha, Juanchi, Carol, David y el tío Kiko decoramos la hacienda “La Envidia”, que con todo cariño mi tío alquiló para darnos la mejor fiesta de la vida, mi hermano viajó desde Brasil con su familia para casarse a mi lado, María José la hermana de Davo llegó de Nueva York, mis otros tres hermanos Catay, Andrés y Mateo estuvieron presentes junto a nuestras familias maternas y paternas, los padres de mi mejor amigo -ya fallecido- asistieron en su nombre (http://cosasdecucha.blogspot.com/2013/12/una-carta-para-los-cuatro.html), mi madrina de bodas quien viajaba al día siguiente a Europa pudo acompañarme con su familia.
Mi suegra a pesar de la reciente perdida de su madre, elaboró una deliciosa torta de matrimonio con los muñecos que la adornaban y los recordatorios de la boda, y mi suegro con sus dotes para el rebusque encontró y regaló la mejor champaña. La esposa de mi hermano preparó unos deliciosos dulces brasileros llamados brigadeiros que fueron la sensación. Harvey nos obsequió uno de sus talentos, hizo registro gráfico de ese día especial. Nuestros amigos de Barranquilla tuvieron que cambiarse la ropa en un centro comercial para llegar a tiempo a la iglesia, el día anterior llovió tanto que el camino estaba lleno de barro y fue necesario contratar una buseta para entrar a la hacienda, Elisa una mujer luchadora que aún trabaja en la casa de mi familia, con su tropa de desplazadas por la violencia fueron las encargadas de atendernos toda la noche, la comida fue preparada por una amiga y vecina de la infancia, mi hermoso vestido de campanita fue elaborado por la modista del barrio y esa noche pude cumplir dos de mis grandes sueños bailar porro en vez de vals y ser una bailarina de orquesta como las chicas del can.
Hoy,
recordando ese gran día de amor y felicidad, descubro que el mensaje más grande
que Dios me ha podido dar es que puedo, merezco y elijo amarte, mi regalito de
Dios.
Cucha,
una mujer feliz.
Que triste que me lo perdi! Te deseo esa misma felicidad toda la vida Cuchi!! Silvy
ResponderEliminarFue genial, de verdad que Papadios estuvo al control de todo y fue maravilloso.
ResponderEliminarReviví todos esos momentos inilvidables, gracias por recordarlos.
ResponderEliminarQue cumulo de recuerdos, que hermosa y divertida forma de recrearlo.
ResponderEliminarSimplemente genial!
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